Descripción
Cuatro ilustraciones digitales de Mariana Laín acompañando un texto de Enrique Tierno Galván:
La ciudad es en cierto modo el resultado tridimensional de la lucha permanente entre razón e irracionalidad. Es un sueño antiguo que procede fundamentalmente de la cultura griega que la ciudad exprese de modo geométrico y de acuerdo con una idea, aquello que la razón juzgue mejor y más ordenado.
La ciudad geométricamente diseñada es sueño de la razón que acaba produciendo monstruos porque las ciudades tienden a crecer según las necesidades cotidianas. En efecto, ciudad es necesidad y las necesidades escapan a las definiciones aprioristas, aumentando, desarrollando y transformando plazas, calles y rincones urbanos. De esta manera, la irracionalidad se sobrepone a la racionalidad y el desarrollo inorgánico sustituye al soñado desarrollo orgánico. Tan fuertes son las necesidades colectivas que la ciudad, alzándose contra la razón atenta contra sí misma. El suicidio urbano es el único caso de suicidio colectivo que sociólogos y ecologistas conocen desde hace muchos siglos.
Madrid es un buen ejemplo de suicidio urbano. Aglomeraciones provocadas por la insaciable sed de los especuladores, inmensas alturas que rompen el paisaje creado a través de los siglos, hacinamientos en abundancia que son expresión peculiar de la codicia y miseria de espíritu.
Además la acogida de grandes masas de inmigrantes, las nuevas exigencias de las sociedades de consumo, el salto brusco del subdesarrollo al desarrollo, han producido una ciudad desconcertada a la que hay que volver a dar concierto y sentido.
Hasta ahora no se había intentado tal cosa con profundidad, tacto y altruismo. Los planes sobre Madrid han sido imprevisores, la mayoría de las veces mezquinos y se han violado siempre por oscuros intereses.
Por primera vez en el transcurso de la historia contemporánea y en la Capital de España se intenta racionalizar Madrid a través del respeto y de la aceptación de su peculiar crecimiento, incluso aceptando sus antiguos errores convertidos por la historia en paisaje urbano y vivencia de la ciudad, de tal modo que se racionalice lo que hay, impidiendo que la sinrazón se sume a la irracionalidad. No una ciudad nueva, sino un Madrid que responda al sentido de su desarrollo en el pasado y en el presente, se intenta ahora en la actual revisión del Plan de Urbanismo, una obra generosa y arriesgada, absolutamente necesaria aunque el miedo u otra razón la hayan ido postergando. Confiemos en que nazca un nuevo Plan General para Madríd de la citada revisión y que encontremos de una vez el camino que nos aleje del suicidio urbano en el que estamos a punto de caer.
Yo estoy convencido de que con el esfuerzo de todos se conseguirá y no para bien de un partido, de una idea o de una ideología, sino para bien de Madrid, nuestro hogar común al que tanto han dañado y al que tan necesario es proteger y sanar.
ENRIQUE TIERNO GALVAN
Alcalde de Madrid
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